viernes, 16 de noviembre de 2012

Una novia muy aplicada (Fragmento de BISEXUAL)


¿Recuerdas tu primera experiencia sexual? Conoce como fue la de mi protagonista en este fragmento de "Bisexual".


Cuando conoció a Sergio, Elena no tenía ninguna experiencia sexual. Nunca le habían llamado la atención los muchachos de su edad. Tuvieron, además, un noviazgo muy tradicional, y hasta el día de su matrimonio nada más se habían besado. Era virgen y no sólo porque su himen no estuviera desgarrado. Jamás se había permitido tener pensamientos relacionados con el sexo. No le interesaba, o para ser más exactos, lo rechazaba, y ahí, por supuesto, estaba claramente impresa la huella del juicio materno. En los libros, se saltaba todas las partes que fueran nada más ligeramente eróticas; en las películas, se tapaba los ojos para no verlas.
Al mudarse con Julia, ésta se asombró de la proverbial mojigatería de su hermana, y tras algunos inútiles intentos por redimirla, renunció al asunto. Cuando Elena iba a casarse, se sintió en la obligación de darle alguna información sobre sexo, y se encontró con que ella ya la tenía toda, teóricamente. ¡Había estado leyendo un tratado de Educación Sexual! La dejó tranquila, aunque con el total convencimiento de que su querida hermanita tendría muchos problemas al enfrentarse por primera vez al lecho nupcial.
Cuando en el hotel, por primera vez Sergio se desnudó frente a ella, Elena no cerró los ojos. Había visto los órganos masculinos en los dibujos de los libros y tenía mucha curiosidad por verlos en la realidad. El de su marido le pareció hermosísimo.
Cuando alargó la mano para tocarlo, lo sintió estremecerse y vio que unas pequeñas gotas brotaban de su punta. Siguiendo un impulso totalmente involuntario, acercó su rostro y las lamió.
Sergio entonces retuvo su cabeza allí y con dulzura, le pidió que chupara un poco más. Ella obedeció y siguiendo sólo algunas breves indicaciones, continuó haciéndolo, de manera algo torpe, pero sin duda muy efectiva. Al sentir por sorpresa aquel líquido baboso en su boca, sí estuvo a punto de vomitar, pero pronto comprendió de qué se trataba y se lo tragó sin aspavientos, pasándose incluso la lengua por los labios, para limpiar los restos que quedaban en ellos.
 Una semana después regresaron a la ciudad y Julia quedó sorprendida al observar el notable cambio operado en Elena. No era algo que se pudiera palpar, pero ahí estaba, en el brillo de sus ojos, en su modo de andar más suelto y airoso, en el insinuante movimiento de sus caderas, en el modo en que sus pechos se proyectaban, provocativos, hacia delante... Toda ella resplandecía.
Cuando sorprendió la primera mirada de complicidad entre los recién casados, ya no tuvo ninguna duda. Se acariciaban con los ojos, anticipando el momento en que estarían solos y podrían volver a hacerlo con las manos. Sí, en contra de todos sus pronósticos, aquella luna de miel había sido un éxito rotundo. 

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