viernes, 2 de noviembre de 2012

Relato erótico ALAS DE MARIPOSA


Por quinta vez en el día Víctor baja hasta el buzón del edificio. Ni rastro del sobre que está esperando. Si la espera se dilata todavía más, va a acabar enloqueciendo. Entra a la casa y se acerca a la mesa del comedor. Recoge del suelo algunas piezas, que hace un rato aventó en un arranque de furia. Si el ansiado sobre no llega hoy con el último pedazo, mañana será demasiado tarde: su esposa, Sarah, llegará de viaje y no habrá oportunidad de nada más. En otra circunstancia no le importaría. Siempre que ella viaja –lo hace con frecuencia, dentro y fuera del país– él aprovecha muy bien su libertad, pero son aventuras pasajeras, y al regreso de Sarah vuelve al redil y se comporta como un esposo modelo. Pero esta vez sucedió algo diferente. 

En su primer día de soledad, encontró en el buzón un sobre dirigido a él, sin remitente. Al abrirlo encontró un pedazo de foto en blanco y negro, algo borrosa, de lo que parecía ser una porción de la cadera de una mujer. Y ni una línea que explicara de qué se trataba. La guardó y esperó, intrigado, a que la desconocida diera otra señal. Porque sin dudas era una mujer, el tenue perfume del sobre la delataba. “Además”, pensó, “a qué hombre se le va a ocurrir algo semejante”. 

Al día siguiente llegó un nuevo sobre, idéntico. El pedazo de foto mostraba parte de un seno y ya eso lo puso a fantasear, tratando de imaginar cómo sería en su totalidad. No parecía demasiado grande, pero sí redondo y firme, lástima que la foto se cortara justo antes de llegar al pezón. Ya estaba evocando cómo sería su tacto, cuando reaccionó y dejando el sobre encima de la pila de la correspondencia, tomó el celular para llamar a una de sus amigas de ocasión. Unos senos de verdad le harían olvidar esa locura que alguien estaba intentando meter en su cabeza. 

Ya con el número a medio marcar se arrepintió. No le provocaba ver a nadie, ni mucho menos salir a rumbear. Además, mañana tenía que trabajar temprano. Esperaría al fin de semana para divertirse. 

El resto de la semana siguieron llegando: un trozo de vientre que se cortaba justo a la mitad del ombligo, la unión entre los muslos dejando ver una brizna de vello púbico, otra porción de seno, más amplia, esta vez con un atisbo del pezón. No entendía cuál podía ser el propósito de eso. Reunió los pedazos y los colocó sobre la mesa del comedor. Al verlos juntos se dio cuenta de algo: todos eran partes del cuerpo de la misma mujer. 

Más animado, acercó los dos que correspondían al pecho y los colocó en perspectiva, pero no se correspondían. Podían ser de la misma mujer pero no del mismo seno. Fue entonces que comprendió de qué iba todo aquello. ¡Era un rompecabezas! Eso le daba algún sentido a su desconcierto, pero no lo ayudaba a entender las intenciones de la desconocida.  

La respuesta llegó al día siguiente, junto a otra foto del seno, esta vez con la porción que completaba el pezón. Era una pequeña pieza de papel con unas pocas palabras escritas: “Cuando completes mi cuerpo, podrás tenerlo”.

Aquello lo volvió loco. Trató de ordenar las piezas para hacerse una idea de cuánto faltaba para completar la imagen. La mayoría de los pedazos no se correspondían unos con los otros, debía faltar poco más de la mitad. O sea, que terminaría el rompecabezas justo el día antes de la llegada de su esposa. La mujer misteriosa tenía que saber de su viaje, aquello no era casual. 

Comenzó a fantasear ya más en serio, tratando de deducir por los pedazos cómo sería el cuerpo de la mujer, pero estaban cortados con toda intención para despistar. Unió los trozos del seno y casi completó un pezón. No se veía con claridad, pero igualmente se excitó y mirándolo se acarició hasta llegar al clímax. 

La obsesión comenzaba a dominarlo, quería que los días pasaran volando y poder completar aquel acertijo. De tan ansioso, ni siquiera se dio cuenta de que era sábado, y se quedó en casa viendo películas porno y buscando en los cuerpos de la pantalla similitudes con los trozos, que tenía extendidos ante sí en la cama. 

Al fin se durmió y soñó que los pedazos flotaban ante él. Se ordenaban por sí mismos, para luego materializarse en el cuerpo de una mujer de carne y hueso, aunque solo hasta el cuello. No importaba, ahí estaban los senos redondos y turgentes, que él envolvió con sus manos, y acarició hasta ver endurecer los pezones. Ahí estaba la estrecha cintura y las caderas de suave curva que se iba ampliando al acercarse a los muslos. Deslizó su mano entre ellos, que se entreabrieron dejándole acceder a ese sitio secreto que no había captado la cámara, y que ahora sus dedos hurgaban, empapándose en sus jugos. Pero cuando echó rodilla en tierra para acercar su boca y saborearlos, la imagen se desvaneció y todos los pedazos cayeron al suelo.  
Despertó empapado en sudor, con una erección mayúscula y los trozos de fotos mezclados entre las sábanas. Otra vez se alivió a sí mismo, evocando las imágenes del sueño, que eran tan reales como si acabara de vivirlo.  

La siguiente semana la vivió en un trance, todo el día pendiente de regresar a casa y encontrar la próxima pieza del rompecabezas. El viernes ya casi estaba completo, faltaba solo un lado del vientre, con la otra mitad del ombligo. La imagen era poco nítida, no era posible captar bien las formas de la mujer, pero ahí estaba todo, los senos completos con pezones oscuros, el vientre liso, la suave curva de la cadera, el pubis cuidadosamente depilado, dejando en el centro una pequeña porción de vello. ¿Estaría toda depilada debajo o sería solo allí? Su esposa nunca había querido complacerlo en eso, ni siquiera se afeitaba arriba, a no ser que fuera a la playa.

Hoy ya es sábado en la noche y no llega la última pieza. Sara llamó hace un rato para decirle su hora de llegada el domingo. Le preguntó si la extrañaba y por primera vez se sintió realmente mentiroso al decirle que sí. Al fin, en su sexta incursión al buzón, allí está el sobre, pero cuando lo abre no hay ningún pedazo de foto. Aunque sí otro papel: “Ordena los pedazos y obsérvalos, pronto comprenderás cuál es el que falta”. 

Desconcertado, se sienta en la mesa ante el rompecabezas incompleto y lo contempla con detenimiento. ¿Por qué justo ese espacio vacío? ¿Qué tiene de particular un ombligo? Aunque ahora que lo piensa, Sarah tiene un tatuaje justo al lado, las alas de una mariposa abierta, que a él siempre lo ha excitado. No, no puede ser…  Vuelve a contemplar las fotos y por primera vez se da cuenta de que el cuerpo es bastante similar al de su esposa y si justo falta ese trozo…

Oye que a su espalda la puerta se abre y el mismo tenue perfume del sobre se le acerca, junto al peculiar taconeo de Sarah. “¿Era esto lo que esperabas, cariño?”, le dice y su mano coloca ante sus ojos con el último trozo de foto. Allí está el tatuaje. Víctor lo toma y lo coloca en el espacio vacío del rompecabezas.  Encaja a la perfección. ¿Cómo no se dio cuenta antes de que era ella? 

Se vuelve a mirarla, avergonzado, y ve con sorpresa que salvo los tacones de aguja, ella no tiene ni una sola pieza de ropa encima. Detalla su cuerpo perfecto, dándose cuenta de que fue justo ese el que vio en su sueño. Pone sus ojos en el tatuaje, baja un poco más y allí está, por primera vez perfectamente depilado, el pequeño triángulo de vello púbico. Una interrogante surge de inmediato en su cabeza y lo hace estremecer de excitación. 

Sara, con una sonrisa enigmática en los labios, se sienta en borde del sofá, echa su espalda hacia atrás y separa ampliamente las piernas, que cual alas de mariposa, dejan al descubierto la respuesta a su pregunta.


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5 comentarios:

  1. Qué manera de llevar a la imaginación a los más excitantes extremos y sin embargo, "acoplarlos" de tal manera que quede, mas que una simple noche de sexo, (la típica fantasía de un sinvergüenza)en toda una noche de amor. De manera que lo que pareciera una simple noche de "cuernos" se convirtiera en una imborrable noche de amor.
    (Aunque sigo pensando que el hombre-mujer que toma por costumbre ser infiel, no se la merece).

    No se si ya te lo dije pero si no fue así te lo digo de nuevo. Un excitante blog con una narradora espléndida.¡Felicidades!

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  2. Gracias Frank, por leerlo y por tomarte el trabajo de dejar un comentario, sé lo liado que estás. Tienes una bonita amnera de enfocarlo, en la que yo no había reparado, y que lo hace parecer casi sublime, jajaja. Aunque mi idea al escribirlo era más bien resaltar la astucia de la mujer al utilizar esa artimaña para mantenerlo encerradito en la casa todo su viaje.
    Saludos y mucha suerte en todo!!!

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  3. Siempre he pensado que la mujer que quiere mantener a su hombre siempre enamorado y por consiguiente, excitado, solo tiene que mantener la "llama" siempre caliente y en el punto álgido. ¿Cómo se consigue eso? Siendo ella la que tome la iniciativa y no dejarlo nunca con ganas de repetir con otra. Aunque claro, siempre hay "tipos" como tu protagonista, que son infieles por naturaleza y a esos, en vez de sexo (como le da su mujer), si yo fuera ella, lo mandaría hacer puñetes. (O lo que es mejor, ponerle más cuernos que a un miura) ja,ja,ja,ja

    Un abrazo y no pierdas esa gracia castiza que tienes para relatar algo tan difícil como lo es el relato erótico.

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  4. Tienes razón, Frank, jajaja, bueno, en estos día pondré otro cuento, te aviso. un abrazo....

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  5. Guao ! ... Aplausos. Te invito a mi blog.

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