Esta escena pertenece a la novela La eternidad por fin comienza un lunes, del cubano Eliseo
Alberto. La obra no es erótica, pero más allá del segundo tercio del libro, en medio de un trepidante desenlace, el lector se topa con un regalo inesperado: una perturbadora
escena erótica, escrita en el mismo estilo barroco y florido que es característico de
este autor.
Y al leerla descubrimos una vez más que con el erotismo, si es bueno y tiene sentido, la forma es irrelevante. Usando un lenguaje pródigo en imágenes
literarias y armado de contundentes eufemismos, Alberto nos regala una escena tórrida y estremecedora, en la que casi nada es llamado por su nombre, a pesar de lo cual el lector no tiene dificultades en seguir cada escabroso detalle de lo que sucede.
Allí mismo se acostaron, sobre los huesos de cristal de un pobre
venadito destazado, y comenzaron a lamerse las sales de la piel y a espolearse
las entrepiernas y a morderse las venas del cuello, como dos fieras rabiosas
en la noche aciaga del diluvio universal. Al amparo de la cueva, Marlene quiso
que Pascual le rompiera con la pata de cabra del falo el único candado de su
cuerpo que aún no había dejado abrir a nadie, para que así la liberara de una
vez y para siempre del último prejuicio que le esclavizaba el amor. La muchacha
se arrodilló sobre el falso guano de murciélago que cubría el piso de la gruta,
de espaldas al verdugo, y buscó apoyo en el lomo del estepario,
en espera de que le robaran la pena. Pascual le fue fundiendo con caricias de
caballero el aro de cobre, dilatándole la pupila al ojo ciego, hasta lograr la
temperatura necesaria para que el casquete fálico de su almádena entrara al
rojo vivo por aquel círculo de fuego, sin lastimar el laberinto de paredes
húmedas y frágiles, y pudiese entonces, desde el fondo de esa mina virgen e
inexplorada, extraer, o más bien depositar, el oro molido del amor. Marlene
sintió que el anillo casto se le partía en dos, como un cuero rajado por un
trinchete, y tragó en seco para soportar el goce doloroso de aquella
incorporación que la atravesaba de lado a lado, ensartándola en la vara
cazadora de Pascual.
¿Te ha gustado? Déjame un comentario y lee otra escena erótica aquí
¿Te ha gustado? Déjame un comentario y lee otra escena erótica aquí
Hola, Vivian, llegué a través de tweeter, me gustó tu blog, te dejo un abrazo.
ResponderEliminarHD
Gracias, Humberto, vuelve cuando quieras. Saludos...
ResponderEliminarWow, magistral. Me quiero mirar en ese espejo mientras consigo mi propia voz, gracias por la recomendación profe :)
ResponderEliminarMe alegra que te gustara, Rodolfo, es una excelente referencia. Un abrazo...
EliminarHola Vivian, te comento que tmbién escribo relatos eróticos, como lo hago, escribeme a navarrete_abog@homail.com,....
Eliminar