Como me gustó tanto el relato Señales del cielo y le tomé
cierto afecto a su protagonista, he decidido que forme parte de una serie, de
la cual la entrega de hoy es una especie de presentación de los personajes que a
partir de ahora se repetirán tomando parte en diferentes situaciones, todas,
obviamente, de tipo sexual.
Llamaré a la serie: Caracas erótica, pues esta ciudad será su escenario. Para no perder la costumbre, seguiré solicitando la colaboración de los lectores. Al final tendrán su manera de participar, si gustan.
Llamaré a la serie: Caracas erótica, pues esta ciudad será su escenario. Para no perder la costumbre, seguiré solicitando la colaboración de los lectores. Al final tendrán su manera de participar, si gustan.
Quienes no hayan leído el primer cuento, les aconsejo entrar aquí y hacerlo antes de seguir, o no entenderán nada de lo que hablaré a continuación. Luego pueden volver acá y continuar leyendo.
Después de haber leído su aventura en el relato Señales del
cielo, es de suponer que los lectores se hayan formado cierta opinión sobre Mónica.
Dado su desenvolvimiento en esa historia, seguramente estarán pensando que es una
chica bastante superficial y hasta un poco cabeza loca. No los culpo, de hecho
su comportamiento deja bastante que desear. Sin embargo, debo decir en su
defensa que este tipo de lances no son algo común en su vida, que resulta
usualmente bastante convencional y monótona.
Sí, no se sorprendan. Aunque pudiera parecerlo, Mónica no es ninguna ninfómana ni anda todo el tiempo a la caza de aventuras sexuales eventuales. Es cierto que busca a alguien, pero a alguien especial, un gran amor. Y de hecho, si reflexionan mejor en lo leído, hasta me darán la razón. Porque se percatarán de que ella necesitó escudarse en la novela y que ésta le diera la pauta a seguir, ya que de lo contrario y a pesar de que el joven la atrajera, probablemente no se habría atrevido a llegar tan lejos.
Por otro lado, el hecho de que inicialmente lo rechazara y que luego, el verlo sacar un libro, la hiciera cambiar de opinión tan drásticamente, puede hacer pensar que se trata de alguien bastante esnob y pseudointelectual, pero en esto también estarían siendo demasiado duros con Mónica. Sencillamente, ella trata de encontrar a alguien que se corresponda con sus intereses, con quien pueda hablar y con quien tenga gustos en común. Quizás sí fue un poco superficial al juzgarlo por su apariencia, y luego es evidente que se fue al otro extremo. En fin, debo admitir que Mónica no es lo que se dice muy perceptiva, pero tampoco por eso tenemos que crucificarla.
Respecto a su reacción al final del episodio, ahí sí les doy en parte la razón. Ella no debió ser tan impulsiva, en definitiva no la había pasado nada mal con el muchacho. ¿Qué más daba si no era un intelectual? En definitiva, ¿quién necesita alguien que se haya leído media Biblioteca Nacional para disfrutar de una buena aventura sexual? Aquí ya vamos profundizando en la personalidad de Mónica, y vemos que en el fondo es una chica bastante convencional, que jamás hubiera intentado esa aventura de haber supuesto que sería sólo por sexo. Ella necesitaba imaginar que la cosa iría más allá y que las aficiones comunes contribuirían a ello. Admito que fue bastante ingenuo de su parte, pero Mónica es aún muy joven y la vida no le ha dado demasiadas oportunidades de explorar el complejo mundo de las relaciones románticas.
Ahora, algunos datos más sobre el personaje. Mónica tiene veinte años, es natural de San Cristóbal (aquí los lectores venezolanos esbozarán una sonrisa) y se encuentra en Caracas estudiando Letras en la Universidad Central desde hace exactamente un año y cinco meses. Comparte el apartamento con una amiga, de su misma región y para completar, estudiante de Psicología. Con estos antecedentes, ustedes coincidirán conmigo en que no podemos exigir demasiado de ella.
Ya sé lo que me van a preguntar. ¿Y a que viene esa afición por el esoterismo? Ok, coincido en que eso no casa demasiado con el patrón que hemos dibujado, pero toda regla tiene su excepción y de éstas es que suele nutrirse la Literatura. Es cierto que Mónica es fan de los horóscopos, y que nunca se pierde el programa de Carlos Fraga en Televen. También es verdad que en secreto, adora “El Alquimista”, de Paulo Coello. No la culpo por ocultarlo, porque ya se ha ganado entre sus compañeros de clase el apodo de “La comeflor”, y no tiene ningún sentido que siga arrojando más leña al fuego. Su estancia en la Facultad de Humanidades podría llegar a tornarse insoportable.
Esta pasión por la Nueva Era es plenamente compartida por Sonia, su compañera de piso, quien, por su parte, hace enormes esfuerzos por buscar el punto medio que le permita asimilar las técnicas del Renacimiento al Psicoanálisis freudiano. Tenemos que decir a su favor que es mucho más valiente que Mónica y que ha llegado a plantear esto como un posible tema de tesis, lo cual, además de las burlas de sus compañeros, ha provocado que más de un profesor se lleve la mano a la cabeza con evidente desconcierto.
Por lo demás, Sonia tiene un novio desde hace años, al que ve sólo cuando va a su pueblo en vacaciones, y al que es total y absolutamente fiel, razón por la cual Mónica generalmente tiene que afrontar sola o con personas menos allegadas, su búsqueda de compañía masculina. Aunque su amiga en ocasiones le echa una mano.
He olvidado mencionar que, aunque paisanas, hay una pequeña diferencia socioeconómica entre ellas. Mónica proviene de una familia adinerada de la provincia, mientras que la de Sonia es de simples agricultores, razón por la cual ella se ve obligada a trabajar medio tiempo para suplir sus gastos, entre ellos pagarle a su amiga una módica cantidad por la habitación que ocupa en el apartamento que la otra paga casi totalmente de la generosa mesada que sus padres le depositan mensualmente.
Por estos tiempos, Sonia consiguió un empleo de mesera en el café del Museo de Bellas Artes, y Mónica mata gran parte de su tiempo libre allí, usualmente acompañada de algún libro y de una deliciosa torta de chocolate, siempre al acecho de algún príncipe, que además de ser azul, comparta sus gustos espirituales y literarios.
Su amiga, que se encuentra
plenamente al tanto de sus operaciones, de vez en cuando hace las veces de
celestina, avisándole si aparece algún nuevo prospecto, al que de inmediato
confecciona una especie de ficha mental, que luego comunica a su amiga: Hora en
que suele ir, alimentos que ingiere, titulo del libro que lleva, si va sólo o
acompañado de amigos, si es generoso o tacaño en las propinas... Este último
detalle no le importa tanto a Mónica, pero su amiga insiste en aportarlo y
bueno, ella tampoco está interesada en decepcionarla, así que finge interés al
respecto.
Ahora mismo, cuando Mónica está aún en el metrobús, decidiendo si destroza o no la dichosa novela, Sonia acaba de repicarle al celular. Está claro que el modesto Huawei Android de la otra es prepagado y tiene que estirar una tarjeta de 60 bolívares por todo un mes, mientras que a ella el consumo de su iPhone postpago se lo debitan directamente de la tarjeta de crédito de su adinerado papá. La llama de inmediato.
―Oye, ¿por dónde andas? –Indaga Sonia-. Te aconsejo que vengas para acá de inmediato, hay un candidato perfecto allí sentado. Ya se ha tomado dos cafés y parece interesadísimo en el libro que está leyendo. No creo que se vaya por ahora.
Mónica sonríe tristemente y no sabe qué decir. Aquello parece una broma macabra. Casi le da una mala contesta a Sonia, pero logra reaccionar a tiempo. Ella no tiene culpa de su estado anímico y es cierto que en otras circunstancias, le hubiera agradecido mucho semejante aviso.
Sí, no se sorprendan. Aunque pudiera parecerlo, Mónica no es ninguna ninfómana ni anda todo el tiempo a la caza de aventuras sexuales eventuales. Es cierto que busca a alguien, pero a alguien especial, un gran amor. Y de hecho, si reflexionan mejor en lo leído, hasta me darán la razón. Porque se percatarán de que ella necesitó escudarse en la novela y que ésta le diera la pauta a seguir, ya que de lo contrario y a pesar de que el joven la atrajera, probablemente no se habría atrevido a llegar tan lejos.
Por otro lado, el hecho de que inicialmente lo rechazara y que luego, el verlo sacar un libro, la hiciera cambiar de opinión tan drásticamente, puede hacer pensar que se trata de alguien bastante esnob y pseudointelectual, pero en esto también estarían siendo demasiado duros con Mónica. Sencillamente, ella trata de encontrar a alguien que se corresponda con sus intereses, con quien pueda hablar y con quien tenga gustos en común. Quizás sí fue un poco superficial al juzgarlo por su apariencia, y luego es evidente que se fue al otro extremo. En fin, debo admitir que Mónica no es lo que se dice muy perceptiva, pero tampoco por eso tenemos que crucificarla.
Respecto a su reacción al final del episodio, ahí sí les doy en parte la razón. Ella no debió ser tan impulsiva, en definitiva no la había pasado nada mal con el muchacho. ¿Qué más daba si no era un intelectual? En definitiva, ¿quién necesita alguien que se haya leído media Biblioteca Nacional para disfrutar de una buena aventura sexual? Aquí ya vamos profundizando en la personalidad de Mónica, y vemos que en el fondo es una chica bastante convencional, que jamás hubiera intentado esa aventura de haber supuesto que sería sólo por sexo. Ella necesitaba imaginar que la cosa iría más allá y que las aficiones comunes contribuirían a ello. Admito que fue bastante ingenuo de su parte, pero Mónica es aún muy joven y la vida no le ha dado demasiadas oportunidades de explorar el complejo mundo de las relaciones románticas.
Ahora, algunos datos más sobre el personaje. Mónica tiene veinte años, es natural de San Cristóbal (aquí los lectores venezolanos esbozarán una sonrisa) y se encuentra en Caracas estudiando Letras en la Universidad Central desde hace exactamente un año y cinco meses. Comparte el apartamento con una amiga, de su misma región y para completar, estudiante de Psicología. Con estos antecedentes, ustedes coincidirán conmigo en que no podemos exigir demasiado de ella.
Ya sé lo que me van a preguntar. ¿Y a que viene esa afición por el esoterismo? Ok, coincido en que eso no casa demasiado con el patrón que hemos dibujado, pero toda regla tiene su excepción y de éstas es que suele nutrirse la Literatura. Es cierto que Mónica es fan de los horóscopos, y que nunca se pierde el programa de Carlos Fraga en Televen. También es verdad que en secreto, adora “El Alquimista”, de Paulo Coello. No la culpo por ocultarlo, porque ya se ha ganado entre sus compañeros de clase el apodo de “La comeflor”, y no tiene ningún sentido que siga arrojando más leña al fuego. Su estancia en la Facultad de Humanidades podría llegar a tornarse insoportable.
Esta pasión por la Nueva Era es plenamente compartida por Sonia, su compañera de piso, quien, por su parte, hace enormes esfuerzos por buscar el punto medio que le permita asimilar las técnicas del Renacimiento al Psicoanálisis freudiano. Tenemos que decir a su favor que es mucho más valiente que Mónica y que ha llegado a plantear esto como un posible tema de tesis, lo cual, además de las burlas de sus compañeros, ha provocado que más de un profesor se lleve la mano a la cabeza con evidente desconcierto.
Por lo demás, Sonia tiene un novio desde hace años, al que ve sólo cuando va a su pueblo en vacaciones, y al que es total y absolutamente fiel, razón por la cual Mónica generalmente tiene que afrontar sola o con personas menos allegadas, su búsqueda de compañía masculina. Aunque su amiga en ocasiones le echa una mano.
He olvidado mencionar que, aunque paisanas, hay una pequeña diferencia socioeconómica entre ellas. Mónica proviene de una familia adinerada de la provincia, mientras que la de Sonia es de simples agricultores, razón por la cual ella se ve obligada a trabajar medio tiempo para suplir sus gastos, entre ellos pagarle a su amiga una módica cantidad por la habitación que ocupa en el apartamento que la otra paga casi totalmente de la generosa mesada que sus padres le depositan mensualmente.
Por estos tiempos, Sonia consiguió un empleo de mesera en el café del Museo de Bellas Artes, y Mónica mata gran parte de su tiempo libre allí, usualmente acompañada de algún libro y de una deliciosa torta de chocolate, siempre al acecho de algún príncipe, que además de ser azul, comparta sus gustos espirituales y literarios.

Ahora mismo, cuando Mónica está aún en el metrobús, decidiendo si destroza o no la dichosa novela, Sonia acaba de repicarle al celular. Está claro que el modesto Huawei Android de la otra es prepagado y tiene que estirar una tarjeta de 60 bolívares por todo un mes, mientras que a ella el consumo de su iPhone postpago se lo debitan directamente de la tarjeta de crédito de su adinerado papá. La llama de inmediato.
―Oye, ¿por dónde andas? –Indaga Sonia-. Te aconsejo que vengas para acá de inmediato, hay un candidato perfecto allí sentado. Ya se ha tomado dos cafés y parece interesadísimo en el libro que está leyendo. No creo que se vaya por ahora.
Mónica sonríe tristemente y no sabe qué decir. Aquello parece una broma macabra. Casi le da una mala contesta a Sonia, pero logra reaccionar a tiempo. Ella no tiene culpa de su estado anímico y es cierto que en otras circunstancias, le hubiera agradecido mucho semejante aviso.
―Ah, gracias amiga, pero hoy paso. Estoy demasiado cansada y hasta un poco depre. Ya te contaré en la noche lo que me pasó.
Se despiden y tranca el teléfono. Ya el autobús está
llegando a su destino, y se apresta a bajarse. El pegoste en sus muslos ya se pasa
de incómodo y además, eso de andar por ahí sin pantaleta... Al bajarse, para un
taxi y le da la dirección de su apartamento en El Marqués. Al llegar se da un
buen baño y se mete de inmediato en la cama, donde se duerme de inmediato, y no
despierta hasta que su compañera llega a casa, unas tres horas después.
Sonia no sale de su asombro:
—Pero… Mónica, tu estás loca de remate, amiga. Irte tras un hombre al que no conoces, a meterte en quién sabe qué lugar…
—Tampoco era tan mal lugar, la casita era un anexo, pero quedaba en la Florida —le replica Mónica, con una sonrisita maliciosa. Ya se siente un poco mejor y ahora más bien tiene ganas de azuzar a la otra.
Sonia no sale de su asombro:
—Pero… Mónica, tu estás loca de remate, amiga. Irte tras un hombre al que no conoces, a meterte en quién sabe qué lugar…
—Tampoco era tan mal lugar, la casita era un anexo, pero quedaba en la Florida —le replica Mónica, con una sonrisita maliciosa. Ya se siente un poco mejor y ahora más bien tiene ganas de azuzar a la otra.
—Oye, ya sabes que esas cosas no importan, igual pudo ser un
asaltante o un violador —insiste Sonia.
—Para qué preocuparme por eso, ¿no ves que si una cosa quería yo en ese momento con todas mis fuerzas era que me violara…? —le sonríe abiertamente, y Sonia queda bastante confundida. Su mente simple aún no capta las intenciones humorísticas de su amiga y cada vez sus ojos se abren más de asombro y estupefacción.
—Pero qué dices… y además, ¡ni siquiera usaste preservativo! Esa historia del semen corriéndote por las piernas. ¡Ay, Mónica, yo creo que tú te volviste completamente loca!
Ante esta última observación, Mónica se queda callada, y hasta se le refleja cierta preocupación en el rostro. Acaba de darse cuenta de ese detalle, justo en este momento. Ahí sí que Sonia tiene su razón, de verdad que se pasó de loca.
Bueno, nosotros sabemos que más que loca, nuestra amiga ha pecado de ingenua e inexperta y esto nos viene a comprobar, una vez más, que ella hasta ahora no ha sido aficionada a este tipo de aventuras casuales. Pero... ¿cómo la afectará lo sucedido hoy?
—Para qué preocuparme por eso, ¿no ves que si una cosa quería yo en ese momento con todas mis fuerzas era que me violara…? —le sonríe abiertamente, y Sonia queda bastante confundida. Su mente simple aún no capta las intenciones humorísticas de su amiga y cada vez sus ojos se abren más de asombro y estupefacción.

—Pero qué dices… y además, ¡ni siquiera usaste preservativo! Esa historia del semen corriéndote por las piernas. ¡Ay, Mónica, yo creo que tú te volviste completamente loca!
Ante esta última observación, Mónica se queda callada, y hasta se le refleja cierta preocupación en el rostro. Acaba de darse cuenta de ese detalle, justo en este momento. Ahí sí que Sonia tiene su razón, de verdad que se pasó de loca.
Bueno, nosotros sabemos que más que loca, nuestra amiga ha pecado de ingenua e inexperta y esto nos viene a comprobar, una vez más, que ella hasta ahora no ha sido aficionada a este tipo de aventuras casuales. Pero... ¿cómo la afectará lo sucedido hoy?
Aquí ya las tienen. Ellas serán los personajes principales. ¿Qué es lo que quiero de los lectores? Qué me aporten ideas de situaciones eróticas en que ellas podrían estar inmersas. Solo la idea, no es necesario que escriban el relato, de eso me encargaría yo.
Los venezolanos estarán más en su ambiente, pero igual cualquiera puede imaginar situaciones de sexo urbano, y yo las adaptaría al escenario de acá. También se valen sugerencias sobre los personajes, aún estamos a tiempo de hacerles modificaciones.
Los venezolanos estarán más en su ambiente, pero igual cualquiera puede imaginar situaciones de sexo urbano, y yo las adaptaría al escenario de acá. También se valen sugerencias sobre los personajes, aún estamos a tiempo de hacerles modificaciones.
Dejaré pasar un mes entre una entrega y otra, así ustedes tienen tiempo de pensar y yo de escribir. Y si no se les ocurre nada, igual coméntenme qué les parece esta idea.
¡Ya está la tercera entrega de esta serie! Oprime aquí
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